“Cuando mi hija tenía 5 años, me preguntó si podría estudiar en la misma universidad que su prima en Canadá. Yo le dije que sí, sin saber cómo. Hoy, verla empacar sus maletas y saber que su seguro educativo cubrirá todo… no tiene precio. Planeé con amor, no con miedo.”

“Antes pensaba que ahorrar era imposible. Hoy tengo un plan, y sé que mi hija tendrá su universidad asegurada.” Gracias Joel por ayudarme.

“Cuando le dije que podía estudiar donde quisiera, me abrazó y me dijo: ‘Gracias por creer en mí, papá’. Y en ese momento entendí que el seguro educativo no era dinero, era amor convertido en futuro. Hoy no me preocupa cómo pagarlo, porque ya está todo cubierto.”

“Lloré de orgullo... y luego de alivio. Durante años pensé que nunca podría pagar una universidad privada. Pero hace cinco años tomé la decisión de empezar su seguro educativo. Hoy, cuando vi su carta de admisión, sentí que todo valió la pena. No tuve que endeudarme, ni pedir préstamos, ni limitarle su sueño. Solo tuve que tomar una buena decisión a tiempo.”

“Siempre pensé que los seguros eran para gente con dinero. Hasta que un amigo me explicó que los ricos lo eran precisamente porque planificaban. Hoy mi hijo estudia ingeniería en el Tec, y yo no debo un solo peso. No fue suerte, fue estrategia. Y ese seguro educativo fue la mejor inversión que hice en mi vida.”

“Tuve que abandonar la universidad por falta de dinero. Cuando nacieron mis hijos, me prometí que ellos no vivirían lo mismo. El seguro educativo fue mi forma de romper ese ciclo. Hoy, mi hija mayor está en su segundo año de arquitectura… y yo duermo tranquilo.”